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Rumbo a casa
Los inmigrantes vienen de el Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, tienen que pasar a través de México en su intento de llegar a Estados Unidos. Buscan asilo porque huyen de la violencia de las pandillas, de los fracasos económicos, otros intentan reunirse con sus seres queridos o simplemente buscan un futuro mejor en un nuevo lugar.
Los seres humanos buscan esperanza en ese sueño que es una promesa para muchos americanos.
Pero esas ambiciones muchas veces son trágicamente cortadas. Algunos son víctimas de abusos, raptos, mientras otros sufren heridas por pandillas locales o policías corruptos. Están quienes hacen el peligroso recorrido en “La Bestia”, el tren de carga que cruza todo México
Hombres y mujeres que no tienen ni para pagarse un billete de autobús con el que atravesar México. Son vulnerables, débiles, y tienen miedo. Para los narcos y las mafias son un objetivo fácil, ilegales en un tren de carga, es decir, mercancía a la que robar o secuestrar para extorsionar a las familias. ¿Quién los va a reclamar si los matan y los tiran del tren en marcha? Serían un cadáver más en una fosa común más, como las muchas que hay en México.
Esta semana quiero platicarles algo que me dejo reflexionando sobre qué tan ajenos somos al dolor de nuestros semejantes, Y ustedes se preguntaran que tiene esto que ver con fotografía, Hay una vieja leyenda que, como todas ellas, tiene su poso de realidad, y que dice que algunas tribus aborígenes se negaban a ser fotografiados por los exploradores, cuando se encontraban, porque aquellas máquinas robaban el alma. La verdad es que la idea es bonita y hasta tiene su lógica; porque al ver tu imagen en un papel, “fuera de tu cuerpo”, algo raro y mágico ocurre.
Estaba terminando una sesión de unos novios y me dirigía hacia mi casa, cuando un niño inmigrante se acerca a la ventana del coche a pedir dinero, empiezo a buscar en mi bolso, saco un par de monedas y le pregunto que si me deja tomarle una fotografía; inmediatamente él dice que si, al tomar mi cámara y enfocar su rostro me puedo dar cuenta que su mirada y su expresión están llenas de tristeza, miedo, tiene el rostro totalmente desencajado, sentí como se me estremeció el cuerpo, no pude más que hacer un solo disparo, bajar la cámara y decirle que le agradecía mucho que me hubiera permitido tomar esa fotografía.
Yo creo que si no hubiera echo esa fotografía, no hubiera mirado a ese niño a los ojos y no me hubiera dado cuenta de su dolor, de todo lo que va cargado en su alma.
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Para mí la fotografía es el lenguaje universal y quiero, compartirles la imagen que tome por que no puedo quedarme callada ante el sufrimiento de mis semejantes, debemos dejar de estar ciegos y sordos .
Inmigrante, nativo o emigrante, todos somos iguales, y todos somos seres humanos, ¿cómo demostrarlo?; ¿no todos necesitamos comer y beber agua, no sangramos si nos pinchan, no lloramos si estamos tristes, no morimos o no nacemos, o todo esto lo puede negar alguien?
No entiendo pues ese calificativo que se leda a una persona por el simple hecho de nacer 8000 kilómetros más lejos o más cerca y un día decida trasladarse, y lo más grave, ¿Por qué se le niega? No entiendo como un ser humano puede ser ilegal.
Quiero dejarles también el siguiente link, para que puedan ver el trabajo que realizo, NICOLA "ÓKIN" FRIOLI.
Por décadas cientos de migrantes centroamericanos han perdido, sus sueños, parte de sus cuerpos y hasta su propia vida tratando de cruzar México de manera ilegal. En México son discriminados, violados, asaltados, humillados y con frecuencia golpeados o asesinados. Los migrantes centroamericanos son presa fácil de autoridades mexicanas de todos los niveles, crimen organizados, pandilleros, maquinistas de trenes y hasta de personas civiles